Pita Amor, la Sor Juana del siglo XX que ha sido despreciada y olvidada

Pita Amor es considerada por los filólogos como una poetisa de la altura de Sor Juana Inés de la Cruz. Pese a su libertad, genialidad y locura, continúa en el olvido.

Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, popularmente conocida como Pita Amor, fue una de las escritoras y poetisas más importantes de la historia de México. Nació en la Ciudad de México el 30 de mayo de 1918. Sin embargo –afirman quienes la estudian–, ha sido poco reconocida pese a su gran producción literaria y genialidad.

Nació en el seno de una familia porfirista europea que vio afectada su riqueza con la llegada de la Revolución Mexicana. Hasta el levantamiento del movimiento zapatista, la familia de Pita había sido terrateniente de la mitad del Estado de Morelos.

En su juventud se dedicó al teatro y al cine, para después dedicarse repentinamente a la literatura. Asimismo, modeló para pintores como Diego Rivero, Juan Soriano y Raúl Anguiano. Entre sus amigos más entrañables se encontraron Frida Kahlo, Salvador Novo, Elena Garro, Gabriela Mistral, Salvador Dalí, María Félix y Patricia Reyes Espíndola.

Gracias a su propio proceso de introspección, su poesía expresa temas de carácter metafísico como Dios, la soledad y el silencio. Toda su poesía está escrita en primera persona, con lo que se revela la influencia de Sor Juan Inés de la Cruz y Luis de Góngora. Se cuenta que su vocación poética emergió espontáneamente a sus 27 años, cuando, sobre una servilleta, escribió el siguiente verso con lápiz cosmético:

“Casa redonda tenía de redonda soledad: el aire que la invadía era redonda armonía de irrespirable ansiedad”.

Fue una mujer de carácter fuerte y de hábitos libres, pero complejos. Su primera controversia la tuvo a los 18 años, cuando inició una relación con José Madrazo, un ganadero de 60 años.

Pita tuvo distintas parejas, acto que para la época implicaba el rechazo social y el escándalo. Sin embargo, ella se mantuvo indomable y junto con Nahui Ollin se convirtió en una de las precursoras de la emancipación femenina en México. Entre sus amantes –narraba– se encontraban pintores, toreros, políticos y escritores.

De acuerdo con su testimonio en su novela Yo soy mi casa, de joven Pita fantaseaba con asesinar a su prima Paulette, quien se casaría con el príncipe polaco Jean Poniatowski y se convertiría en princesa. Era ella quien deseaba ser de la realeza.

Paulette, a su vez, fue la madre de la escritora mexicana Elena Poniatowska, a quien Pita le prohibió expresamente usara el apellido Amor. La arrogancia característica de la poetisa la llevaba a asegurar sin pudor que su obra era superior a la de Octavio Paz.

 “Aunque él se tome tan en serio, no me llega ni a los talones. En realidad, incluirlo es una condescendencia”, presumía Amor sobre Paz.

Políticamente, Pita Amor fue apadrinada por Alfonso Reyes, quien la admiraba como una mujer excepcional. De acuerdo con los testimonios de Miguel Sabido y Patricia Reyes Espíndola, mucha gente creía que el verdadero autor de los poemas de Pita era Alfonso Reyes, desacreditándola. Sin embargo, tras la muerte de Reyes en 1959, Pita continuó su trabajo, acallando las voces que la criticaban.

 “En aquel entonces, en México, que una mujer tan radiante, tan bella, tan brillante, tan genial, irrumpiera en la escena literaria, cultural, de la Ciudad de México, fue algo aplaudido por muchos y también cuestionado por otros porque dudaban que esta persona que parecía modelo o actriz, pudiera llegar a la casa, después de estar en el cabaret Leda, y sentarse a escribir Dios, invención admirable, o algo así”, narra el escritor Michael Karl Schuessler.

A los 41 años decidió convertirse en madre. Su hijo, llamado Manuelito, fue dejado bajo la tutela de la hermana de Pita, sin embargo, falleció a una temprana edad ahogado en una pileta. La pérdida de Manuelito generó una gran depresión en Guadalupe, quien se alejó de la vida pública hasta los setentas. Durante esa época Pita envejeció, la intensidad de sus carácter se acentuó y su producción poética disminuyó.

“Me sirves de baluarte,
de asilo de mis temores,
de centro de mis amores,
y a ti ¿qué puedo yo darte?
Egoístamente amarte;
pedirte que seas verdad;
que comprendas mi maldad;
que mi ser tenga sentido,
y que mi último latido
haga eco en la eternidad.”

En 1974 reapareció siendo la misma mujer arrebatada y libre, pero con un carácter histriónico, con tintes de locura y megalomanía armónica. Para su retorno a la escena pública, ofreció un recital de poesía mexicana, partiendo desde Sor Juana hasta llegar a su propia obra.

Hacia su vejez, Pita Amor comenzó a comportarse de una forma extravagante. Vestía joyas, maquillaje excesivo y solía ser agresiva con algunos de sus interlocutores. También era famosa por golpear a la gente con su bastón en las calles de Zona Rosa. Deambulaba por las calles de la colonia Juárez vendiendo sus poemarios e insultando a quienes no apreciaban la poesía.

“Dios, invención admirable,
hecha de ansiedad humana
y de esencia tan arcana
que se vuelve impenetrable.
¿Por qué no eres tú palpable
para el soberbio que vio?
¿Por qué me dices que no
cuando te pido que vengas?
Dios mío, no te detengas,
o ¿quieres que vaya yo?”

De acuerdo con Patricia Reyes Espíndola, Pita Amor, estuvo cerca de morir en la marginalidad. Sin embargo, la actriz y uno de sus amigos la rescataron y le dieron una vivienda digna en el edificio de departamentos Vizcaya de la calle de Bucareli.

En 1996, Miguel Sabido realizó un homenaje en vida para Pita Amor, quien escogió ir vestida como zarina, evocando la nobleza europea de su familia. La entrada triunfal de Pita Amor al Palacio de Bellas Artes se realizó en un coche alegórico, mientras miles de pétalos de rosa caían sobre ella. El aplauso del público duró 18 minutos.

Pita Amor falleció el 8 de mayo del año 2000. Se han publicado dos decenas de su obra, sin embargo, continúa siendo una poetisa menor en la academia. Quienes la conocieron, aseguran que su obra está por descubrirse, del mismo modo que pasó con Nietzsche, Santa Teresa de Jesús o Sor Juana.

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